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La importancia de pasar tiempo con su familia

La importancia de pasar tiempo con su familia

1.- Lectura Bíblica:

2.- Versículo para memorizar:

“¡Cuán bueno y cuán agradable es que los hermanos convivan en armonía!” (Salmos 133:1. NVI)

3.- Reflexión en la Palabra de Dios:

Dalia no se habla con su padre, Alberto. No es que tengan problemas. En absoluto. El asunto es que él sale bien temprano hacia el trabajo y la chica sale tarde de la universidad, y con todo y el asunto del traslado, llega pasadas las once de la noche a casa.

Dalia y Rosmery, su madre, se llevan bien. No obstante, la queja de los tres en común, es el fraccionamiento en las relaciones como consecuencia del poco tiempo que tienen para hablar, compartir sus impresiones e incluso, expresarse afecto mutuo.

Como ellos, infinidad de familias enfrentan diariamente el distanciamiento con los hijos que puede, a largo plazo, producir malas relaciones interpersonales. Incluso, se puede reflejar en expresiones de rebeldía, desobediencia y hasta heridas emocionales en la vida de adolescentes y jóvenes.

¿Hay oportunidad de resolver este problema? Sin duda que sí. Las Escrituras nos guían sobre pautas sencillas que ayudarán a fortalecer la relación de padres e hijos.

Nadie más que nosotros, en nuestra condición de padres, definimos la importancia de pasar tiempo con los hijos. No son ellos quienes pueden incluir esos espacios en nuestra agenda. En ese orden de ideas, su decisión y la mía son muy importantes.

Si tan solo viera más a menudo a mi padre, todo sería distinto”, reconoció un joven que — ante la falta de amor y comprensión — se refugiaba en sus amistades, la mayoría de las cuales bebían cerveza y consumían drogas. Al término de una conferencia, me dijo, estaba decidido a salir de su laberinto con el concurso de su progenitor a quien amaba.

La clave está en aprovechar al máximo las oportunidades que nos brinda la cotidianidad para mantener un buen contacto con los componentes del hogar. Es oro en polvo. Compartir al menos unos minutos, estrecha los lazos afectivos.

¿En qué momento? En el desayuno, en el almuerzo — aunque esta posibilidad es poco frecuente en ciudades grandes — o en el momento de la cena. Ese contacto, aunque parezca mínimo, nos ayuda no solo a encontrarnos, sino a compartir experiencias de la cotidianidad, a generar intimidad familiar, buscar juntos soluciones a los problemas o simplemente aportar ideas sobre diversos temas. A los adolescentes y jóvenes les gusta que se tengan en cuenta sus opiniones.

Hay un texto Escritural que generalmente se asocia con el interactuar con personas de la congregación, pero que también tiene especial aplicación en la vida familiar. El rey David, escribió: "¡Cuán bueno y cuán agradable es que los hermanos convivan en armonía!” (Salmos 133:1. NVI)

Convivir no es otra cosa que compartir espacios comunes. Y eso es precisamente lo que deben hacer padres e hijos. Vivir aislados no fortalece sino que debilita el hogar, y hay quienes se han acostumbrado a estas relaciones irregulares, en las que lo único que les une es el apellido o el habitar una misma casa.

Un grupo de especialistas publicó en la Revista Selecciones la siguiente apreciación:
“Es muy grato ver una familia reunida alrededor de la mesa para cenar, quizá porque esta tradición se está perdiendo...Las investigaciones muestran que los adolescentes que cenan con sus padres y hermanos, al menos tres veces por semana, son menos proclives a fumar y consumir drogas, y tienden a sacar buenas calificaciones en los exámenes escolares.” (Revista Selecciones. Edición Especial Familia. Julio 2015. México. Pg. 30)
Otra idea buena es programar una película para el fin de semana e incluso, ir de compras. Tomarse un helado en un centro comercial, sin que resulte muy costoso, puede convertirse en una oportunidad para dialogar con los hijos.

La creatividad debe entrar en acción. Usted tiene la iniciativa. Y podemos asegurarle que usted tiene en sus manos la posibilidad de que la relación al interior de la familia mejore. Como cristianos no podemos permitir que aspectos tan elementales como tomar la cena juntos en familia, se vaya desdibujando en el tiempo. Esas sanas costumbres debemos recobrarlas cuanto antes, con ayuda de Dios.

No podríamos terminar la reflexión de hoy sin antes tomar la mejor decisión: Recibir a Jesús como Señor y Salvador. Cuando Él mora en nuestra vida, experimentamos crecimiento personal, espiritual y familiar, como siempre lo hemos anhelado. ¡Decídase hoy por Jesucristo en su vida!

4.- Preguntas para el crecimiento personal y espiritual:

a.- ¿Por qué considera que unas buenas relaciones interpersonales entre padres e hijos revisten particular importancia?

b.- ¿Por qué es importante escuchar las opiniones de nuestros hijos? ¿Con cuánta frecuencia sostiene diálogos con ellos, en los que pueden hablar?

c.- ¿Cómo podemos aplicar el Salmos 133:1 a la relación familiar?

d.- ¿Es usted creativo al momento de concebir estrategias para pasar tiempo con sus hijos?

e.- ¿Ha generado usted las condiciones para que sus hijos tomen decisiones y dejen de lado una extrema dependencia?

Publicado en: Devocionales Diarios


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