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No renuncie ahora, está a las puertas de vencer

No renuncie ahora, está a las puertas de vencer

1.- Lectura Bíblica: Juan 15:16; Romanos 1:1; 2 Timoteo 4:1, 2, 5; Romanos 11:29

2.- Versículo para Memorizar:

“Ustedes no me escogieron a mi, sino que yo los he escogido a ustedes y les he encargado que vayan y den mucho fruto, y que ese fruto permanezca” (Juan 15:16).

3.- Reflexión en la Palabra de Dios:

Cuando Dios nos llama a servirle, permite que experimentemos crecimiento progresivo en aquellas áreas que son fundamentales para el ministerio. No obstante, no podemos esperar que todo sea un camino de rosas. Es natural que surjan dificultades, para las cuales Dios también nos ayuda a salir victoriosos. En ningún momento nos deja solos.

¿Cuál es nuestro primer ministerio? Sin duda alguna, la familia. Es allí donde vivimos a Cristo, enseñamos con el ejemplo y sentamos las bases para el crecimiento de cada uno de los miembros del hogar: el cónyuge y los hijos. Un segundo escenario del ministerio, es el trabajo secular. Allí donde nos desenvolvemos laboralmente, ayudamos a extender el Reino de Dios. Y el tercero, es el liderazgo a nivel de iglesia.

Pero, ¿se ha sentido solo? ¿Cree que nadie lo apoya, ni siquiera Dios, en su esfuerzo de extender el Reino? La sensación de abandono cuando enfrentamos dificultades y, más cuando tal desamparo lo generan aquellos a quienes servimos, es enorme y amenaza con llevarnos a un revés espiritual.

El apóstol Pablo tenía claro que servir a Dios— en el hogar, el trabajo o la iglesia— puede ser como un ramo de flores marchitas en el que sólo se mantienen las espinas. En las cartas paulinas como la que dirigió a los creyentes de Roma en el primer siglo, escribió: “Los saluda Pablo, siervo de Cristo Jesús llamado por él para ser apóstol y apartado para anunciar el evangelio de Dios” (Romanos 1:1).

Usted fue escogido por Dios mismo. Es una decisión que Él tomó desde antes que se creara el Universo. Usted estaba en Sus pensamientos desde siempre. Pablo fue enfático cuando le dijo a sus discípulos: “Ustedes no me escogieron a mi, sino que yo los he escogido a ustedes y les he encargado que vayan y den mucho fruto, y que ese fruto permanezca.” (Juan 15:16).

Dios espera que usted de resultados allí donde esté ministrando. Es probable que pocos entiendan cuáles han sido sus esfuerzos en la obra, pero Él sí los conoce y los valora.

La misión es una y es necesario cumplirla. Nuestro amado Señor Jesucristo no recibirá su carta de renuncia. Supongamos que se la envía por correo. ¿Sabe qué ocurriría? Que días después la recibirá de vuelta, sin destapar siquiera y con un rótulo que diría: “Te felicito por estar sirviendo en mi obra. Sigue adelante. Te devuelvo algo que creo que me remitiste por equivocan. Los siervos de Jesucristo no renuncian, sino que perseveran”.

Esa es la perspectiva que Dios tiene de sus ministros y que llevó al apóstol Pablo a escribir: “Delante de Dios y de Cristo Jesús, que vendrá glorioso como Rey a juzgar a los vivos y a los muertos, te encargo mucho que prediques el mensaje, y que insistas cuando sea oportuno y aun cuando no lo sea. Convence, reprende y anima, enseñando... Pero tú conserva siempre el buen juicio, soporta los sufrimientos, dedícate a anunciar el evangelio, cumple tu trabajo.” (2 Timoteo 4:1,2,5. Versión Popular).

El Señor Jesús no previó que estaríamos en un camino de rosas; por el contrario, Él advirtió a sus discípulos: “¡Miren! Yo los envío a ustedes como ovejas en medio de lobos. Sean, pues, astutos como serpientes, aunque también sencillos como palomas. Tengan cuidado, porque los entregarán a las autoridades, los golpearán en las sinagogas y hasta los presentarán ante gobernadores y reyes por causa mía; así podrán dar testimonio de mí delante de ellos y de los paganos” (Mateo 10:16-18).

Cuando aceptamos el llamamiento a la obra ministerial, debemos tener en cuenta que enfrentaremos oposición. Si esa conciencia es clara, también lo será nuestra disposición de luchar contra la corriente, porque es natural que aflorarán dificultades. No obstante fuimos llamados a vencer y, con ayuda del Señor Jesucristo lo haremos.

El llamamiento es único e irrepetible, en la mayoría de los casos. Por supuesto hay excepciones, pero son contadas. Es por esa razón que no se puede echar por la borda.

Al respecto el apóstol Pablo escribió: “Pues lo que Dios da, no lo quita, ni retira tampoco su llamamiento” (Romanos 11:29).

Ahora bien, este texto bíblico se enfoca en primera instancia a la Salvación pero tiene aplicabilidad en la convocatoria que Dios nos hizo al ministerio pastoral.

Lo que puedo aconsejarle, pastor, es algo que usted ya sabe: no se puede ni se debe renunciar. Quien nos llamó a servirle en la obra es Cristo y Él nos concede la victoria en todas las circunstancias.

4.- Preguntas para el crecimiento personal y espiritual:

a.- ¿Es consciente de su servicio a Dios en la familia y en el trabajo?

b.- ¿Considera que su familia es su primer ministerio?

c.- ¿Sirve a Dios en su entorno familiar con compromiso?

d.- ¿Desea consagrarse hoy al servicio de Dios?

Hoy es el día de asumir un sincero compromiso con el Señor: en la familia, en el trabajo y en la iglesia.

Publicado en: Devocionales Diarios


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